Nadie sabe con certeza en qué fecha fue construida esta inmensa casona de tres plantas. Por su estilo, se supone que pertenece a finales del siglo XIX. No hay datos de quién la diseñó, ni los nombres de sus primeros dueños. Tampoco, si en sus inicios, se utilizara como vivienda familiar o tuviera, desde un principio, el destino que tuvo (a ciencia cierta), a partir de 1927: un burdel, un prostíbulo, lupanar, casa de citas. Y, con el correr del tiempo, un club nocturno, casa de masajes, agencia de escorts. Diferentes nombres para un mismo destino: el sexo.
Sin embargo, ya en sus orígenes, esta casona se diferenció de otras similares por algo bastante fuera de lo común: nadie que trabajara allí era obligado a nada, sólo a cumplir con su palabra. El iniciador o iniciadora de este sitio debió comprender, con muy buen tino, que aquél empleado que es cuidado y respetado, rinde más y mejor. Y si hace lo que hace, ya sea por ambición, placer o carencias, llevándolo a cabo por propia voluntad, sus servicios serán de un nivel superior y convencerán a los clientes de repetirlos. ¿Limitaciones? Claro, las de aquellos que no pueden o no deben consentir: los niños, los animales, los privados de su salud mental. De allí en adelante, ninguna. Si lo ofreces, lo venderás. Si lo deseas y lo puedes pagar, lo obtendrás.
Por casi cien años y hasta la actualidad, ese fue el distintivo de la Casa Roja (como fuera llamada al comienzo), hoy Casa Rojo Viral. Aunque, como a las palabras se las lleva el viento (por lo menos en estas épocas volátiles), ya no se utilizan contratos verbales sino aquellos que se firman en papel. Quien se postula: quiere o necesita. Quien pretende: paga u ofrece algo a cambio. Y ese acuerdo queda asentado hasta que ambos, Elector y Elegido, se marchan a continuar con sus vidas llevando el recuerdo de una noche, una tarde o quizás sólo un instante cargado de sensualidad.
En los relatos que te presentamos en www.Rojo Viral.com, conocerás a los cientos de personajes felices, frustrados, deseosos, apabullados, codiciosos, modestos, fantasiosos, inocentes, salvajes, que atravesaron las puertas de esta casa legendaria a lo largo de los años. Las historias irán desde la poesía a la pornografía, pasando por todos los matices del erotismo. Podrás recorrer la casona a tu gusto y descubrir qué sucedió (y sucede) en cada una de sus habitaciones. Y ser parte, como tantos, de los que disfrutaron con la cadencia, los aromas, las elecciones, las luces y las sombras, los cuerpos y las perversiones (ah, cuánto habrá que conocer para hallar alguna que realmente califique de tal, aquí no se juzga a nadie) de la Casa Roja.
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